miércoles, 18 de julio de 2007

Hoy respiro... a duras penas (2)



Como os contaba, esta semana empezó con trabajos forzosos. La radio ha organizado para esta semana y la siguiente clases de preparación matutinas; adhiriéndome a la opinión de mis compañeros en la sección española, diré que las considero absurdas, por varias razones. En primer lugar, llegan tarde: tras medio mes de prácticas, algunos de nosotros estamos ya inmersos en nuestro trabajo, y las aptitudes que necesitamos para ello las hemos ido aprendiendo en el día a día. Por otra parte, muchos de los practicantes no las entienden (las imparten en chino), por lo que la mayoría opta por un breve sueño reparador. Pero, por encima de todo (y aunque suene perezoso), me sobrecarga los días: a pesar de ser por la mañana, y en horario de trabajo, la cantidad de tareas por la tarde no ha disminuido, sino que se ha incrementado con doblajes y grabaciones diversas. Además, soy el único que realmente está haciendo algo: la mayoría se va a casa después de las clases, o terminan sus tareas antes de las tres, mientras que yo salgo de RTI después de colgar el informativo en la página web (hacia las siete o siete y media de la tarde). Cansancios, pues, en un lunes y martes que comenzaron un tanto melancólicos después de un fin de semana espléndido.


No creáis que no valoro mis nuevas responsabilidades en la radio; al contrario, me entusiasmaría con ellas, si no acabase completamente exhausto. Pero estos agotamientos han llegado a su fin: la fortuna, que me abandonaba el lunes, ha decidido volver a mi vera. La responsable de la sección de mandarín ha solicitado que las clases se trasladen a las dos de la tarde, para que sus practicantes puedan utilizar los estudios de grabación por las mañanas. Así que vuelvo a mi horario habitual, eso sí, malgastando dos horas en las que podría ayudar a mis compañeros. Y es que esa es la conclusión que he expuesto hoy ante el gerente superior de la radio, que ha venido a clase para preguntarnos nuestras impresiones. Alejándome del peloteo del resto de jóvenes en las distintas secciones, he expuesto con claridad que mi objetivo en esta emisora es, por encima de todo, trabajar: no estoy cobrando un sueldo por aprender, sino por colaborar. No quiero que malgasten sus energías y sus recursos conmigo, sino que debo aprender a explotar mis capacidades para ahorrarles trabajo. Ese es mi cometido, y si lo cumplo, volveré, junto con la mochila de sueños cargada, con otra de sabiduría adquirida a rebosar; pero mi aprendizaje vendrá de la mano de esfuerzo. Lejos de mi impresión los primeros días, le contaba, me alegro de que ahora, por fin, los compañeros agradezcan que les reste un poco de su tarea de cada día.

Quizá mi entonación en chino se aleja de lo saltarín del discurso habitual; el caso es que mi supervisora, Patricia, ha interpretado mis palabras en la otra dirección, creyendo que no me encontraba a gusto. Me he apresurado a reconducirle a la opinión contraria, apoyado además por Paul y Luis, que me han felicitado “por ser el único honesto”. Las clases, por otra parte, son una tarea eludible: este viernes, sin ir más lejos, pasaré elegantemente de acudir, pues iré con Paul a entrevistar a una organización benéfica. Me he dado cuenta de que, después de estas semanas, he podido encontrar un lugar aquí: mi voz se emite (soy, de hecho, el único que graba “fuego real”), mis noticias se publican, y lo más importante, los compañeros me han aceptado como uno más.

Los últimos logros: traducción íntegra de una entrevista de veinte minutos a un tal Laplanche, subdirector de la Cámara Económica de la UE en Taiwán, y el posterior doblaje; no cagarla las primeras veces que he estado solo en la cabina, manejando micros, volúmenes, curvas de sonido y frikadas varias; aprender el proceso de colgar las noticias en la página web de RTI; sobrevivir a las americanas que trabajan en la sección inglesa, que ya han decidido por su cuenta que les acompañaré el viernes por la noche (y un chingón). Las habituales traducciones se me dan cada vez mejor, y después de estas semanas parecen acostumbrarse a mi imperiosa necesidad de torturar a la gramática de vez en cuando…

Para aquellos curtidos en esto de las letras les resultará obvio que he pasado por encima de estas crónicas a toda pastilla, sin cuidar un tanto, al menos como siempre, la prosa; no sé, la verdad es que no han sido unos días que me apeteciese mucho contar. Anuncio por ello eventos próximos: el viernes iré con Paul a entrevistar a unas venerables señoras que trabajan en una suerte de ONG; vuelve Lin-Lin a Taipei por la noche, así que volveré a acogerla durante el fin de semana; antes de ello, he quedado con Debbie para cenar y ponernos al día de la semana; el sábado por la noche llega mi hermanilla Nati… No habrá más conversaciones con las cucarachas; por fin alguien en casa todos los días… Alguien real, que se suma a estas palabras que os envío siempre que puedo. Cuidaos mucho, prometo líneas más interesantes en posteriores posts (la aliteración, como siempre, es gratis. ¿Os ha gustado compañeras?), besabrazos,

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