martes, 26 de junio de 2007

Hoy respiro... comienzos.

Han pasado casi cuarenta y ocho horas desde que despegué de Londres; horas insomnes desde entonces… Del trayecto me quedan algunas pequeñas anécdotas para el recuerdo: libros en máquinas expendedoras al lado de la puerta de embarque (sí señor, literatura envasada y de consumo, cero por ciento de materia grasa e intelectual), las sonrisas simpáticas de las azafatas, sus sonrisas no tan simpáticas cuando hice amago de sacar la guitarra, el champán, los bries y exquisiteces varias, mi nuevo amigo el piloto del vuelo BR0068 (amistado tras acceder a redactarles a él y a las azafatas sonrientes unas breves líneas de recomendación)… El viaje continuó en la obscena línea del lujo que os contaba en el primer mail: qué decir del cojo-Mercedes que me esperaba a la salida del aeropuerto. Y yo con aquellos pelos. Si se me subían los colores y todo. A todo esto, no sabía dónde sentarme en la nave: si delante, en un afán de congraciarme con el chófer; o detrás, en lo que creía un implícito insulto de servidumbre.

Diplomático, me sacó del apuro abriéndome la puerta trasera. El viaje a Gan Zhou St. 19, donde pasaré el solitario mes y medio siguiente, lo pasé contemplando los neones de la noche, recordando los anteriores veranos. Ya en casa, me esperaba una laaaaaarga noche en vela. Jodido jet lag… Así que con el canto del gallo y los ojos como platos me fui a la ducha dando tumbos, como una encarnación del Nescafé: marrón, maloliente y deseando un buen chorro de agua caliente…

Tenía que ir hasta Tainan [breve anexo: “nan” significa ‘sur’, y “pei”, el mismo de Taipei, significa ‘norte’. Así que el viaje me llevaba de punta a punta de la isla, aunque según mis cálculos la distancia es algo menor que de Bilbao a Madrid] donde había comenzado ya el 24 de junio la semana de orientación del TTT Program, organizado por el gobierno estatal y al que se adscriben mis prácticas. Ya os explicaré en el siguiente post, con más oxígeno en el cerebro, en qué consisten. El HSR, homólogo de nuestro AVE, me llevó al sur en poco más de hora y cuarto, y a las once de la mañana ya estaba en mi destino. Nuevo chófer, y primer encuentro con los compañeros del programa…Y (aunque ya me lo olía) primera decepción: americanos veinteañeros que parecen salidos de un campamento de boiescáuts, preguntándome (ay…) dónde caía España, y por segunda vez en mi vida (¡ahhhhh!) si en Euskadi se habla francés. A pesar de mis quejas, sé que lo pasaré bien: son demasiados pocos días como para hacer otra cosa que no sea rendirse ante las barras y estrellas. ¡Ah, por cierto! Confirmando el tópico del chino miope, me han bautizado como el guapo oficial del grupo. Lo sé porque a estos yanquis les encanta poner etiquetas, y cuando te la encuentran te la repiten machaconamente. Creo que piensan que por ser chinespanish tengo que bailar salsa y marcar paquete a lo Manolete. Y yo pienso: ¡si tengo los ojos más estirados que el horizonte! ¿Dónde me ven lo español? ¿En que me rasco la barriga y fumo como una chimenea? Lo dicho, miopes…Además, los cabrones me han hecho presentarme en público por haber llegado el último. Creo que he salido airoso, a pesar de no saber explicar muy bien en qué consiste mi carrera (pues sí compañeras, qué pasa…Decidlo vosotras en inglés. O en chino. Que es muy chungo): a la pregunta de la hija puta de turno sobre mi estado civil le he dicho que tengo tres novias. Y que no me importaría añadir una cuarta. Menos mal que se han reído, justo cuando ya añoraba el pino de los suicidios que se aloja en nuestro Campus…

La visita de la tarde ha sido uno de los mayores sopores que he tenido que sufrir en veinte años de carné. No sé qué clase de empresa era, algo de materiales reciclados y plásticos varios, con un museo en las plantas superiores lleno de animales disecados y copias desmayadas de la Mona Lisa... La duermevela y mi decencia me han impedido retener más detalles. Lo positivo del día, el hotel: un cuarto acojosciantemente inmenso, de esos que te ponen frutero y todo, con frutas que no son de plásticos, con internés y Colgate gratis…Compartido, eso sí, pero inmenso. Yo creo que me hablaré con mi compañero por megafonía.

Y desde el cojo-cuarto me despido por hoy…Morfeo y la inconsciencia llevan esperándome un par de días. Mañana más orientación, y seguramente (al menos no es difícil) mejor. A pesar de los boy-scouts. Cada uno con sus cadaunadas, oye, y yo con las mías hasta el nirvana y más allá.


Besos,

Respirando por primera vez

El aire de Taiwán es denso, obeso; así quedó grabado en mi memoria a través de aquellos largos veranos de infancia, y así lo respiro ahora tras dos años de ausencia. Recargado de voces e interrogantes, se expande por los pulmones, enmudeciendo el grito en desgarros silenciosos. La angustia se dosifica, gota a gota, sin llegar a permitir el llanto. De estos aires se emborrachan mis raíces, esperando el día que encuentre para ellas un lugar en mi interior. Un aire que todavía no es aire, paciente, confiado en que en algún momento le reconoceré su verdadero valor.

El aire en Bilbao, en cambio, es fresco, sencillo, tocado con una simpática boina. En él respiran mis recuerdos más pacíficos, y a él anhelan mis pulmones cuando necesitan paz, esperanza, chispazos de alegría. Rojiblanco, por su luz y su pasión. Romántico. Elegante. Así es el aire en el que aprendí a vivir. Qué pena que haya ya dejado de ser real…Este aire de antaño bucea, ahora sin brisa, sin oxígeno, en el mar de los recuerdos, de la colección de momentos perfectos. Mi aire de Bilbao vive en pretérito pluscuamperfecto, y a él acudo cuando no encuentro a mi alrededor más sentimientos que respirar.

En Pamplona, el aire se vuelve agresivo, veloz, desafiante. Frío y cortante. Blanco. Pálido. Con cara de listo. Pillo, tienta los pulmones, y les invita al reto de no quedarse atrás: ánimo, respira, vamos, prisa, ruido, ¡éxito! En él respiran mis presentes, mis ilusiones cotidianas y mis delirios de grandeza. En ese aire dinámico vuelco mis esfuerzos y mis logros; en él confluyen todos los aires de mi vida, que se unen a esta rápida, cortante y fría corriente para empujarme hacia el lugar que este mundo me reserva.

Pero ninguno de estos aires tan queridos por mí pueden igualarse al Viento que me cabalga furioso en el pecho. Cuando te alejas de aquellos que te importan, quedan en tu interior, de aquellos torrentes de amistad, tibias melodías, vahídos que arrastran un poquito de ese mágico elixir. Se unen gráciles en perfecta armonía, creando un poderoso céfiro con el que soy capaz de volar pleno de confianza a cualquier rincón del mundo. Y cuando el aire a mi alrededor se vuelve obeso e interrogante; cuando me miente con románticas melancolías; cuando me empuja a ambiciones irreflexivas, vuelvo el alma al sol de vuestras sonrisas, y dejo que la acaricie y la eleve al infinito este Aliento, vuestro aliento, que me sopla furioso pecho adentro.
Besabrazos, en sacos, desde otro lugar.
p.d: todavía no hay fotos...Esta vez me he venido sin cámara, así que esperaré a que me las pasen mis compañeros...Pronto ¿vale? Lo sé, a mí también me cuesta leer libros sin dibujitos...