martes, 26 de junio de 2007

Respirando por primera vez

El aire de Taiwán es denso, obeso; así quedó grabado en mi memoria a través de aquellos largos veranos de infancia, y así lo respiro ahora tras dos años de ausencia. Recargado de voces e interrogantes, se expande por los pulmones, enmudeciendo el grito en desgarros silenciosos. La angustia se dosifica, gota a gota, sin llegar a permitir el llanto. De estos aires se emborrachan mis raíces, esperando el día que encuentre para ellas un lugar en mi interior. Un aire que todavía no es aire, paciente, confiado en que en algún momento le reconoceré su verdadero valor.

El aire en Bilbao, en cambio, es fresco, sencillo, tocado con una simpática boina. En él respiran mis recuerdos más pacíficos, y a él anhelan mis pulmones cuando necesitan paz, esperanza, chispazos de alegría. Rojiblanco, por su luz y su pasión. Romántico. Elegante. Así es el aire en el que aprendí a vivir. Qué pena que haya ya dejado de ser real…Este aire de antaño bucea, ahora sin brisa, sin oxígeno, en el mar de los recuerdos, de la colección de momentos perfectos. Mi aire de Bilbao vive en pretérito pluscuamperfecto, y a él acudo cuando no encuentro a mi alrededor más sentimientos que respirar.

En Pamplona, el aire se vuelve agresivo, veloz, desafiante. Frío y cortante. Blanco. Pálido. Con cara de listo. Pillo, tienta los pulmones, y les invita al reto de no quedarse atrás: ánimo, respira, vamos, prisa, ruido, ¡éxito! En él respiran mis presentes, mis ilusiones cotidianas y mis delirios de grandeza. En ese aire dinámico vuelco mis esfuerzos y mis logros; en él confluyen todos los aires de mi vida, que se unen a esta rápida, cortante y fría corriente para empujarme hacia el lugar que este mundo me reserva.

Pero ninguno de estos aires tan queridos por mí pueden igualarse al Viento que me cabalga furioso en el pecho. Cuando te alejas de aquellos que te importan, quedan en tu interior, de aquellos torrentes de amistad, tibias melodías, vahídos que arrastran un poquito de ese mágico elixir. Se unen gráciles en perfecta armonía, creando un poderoso céfiro con el que soy capaz de volar pleno de confianza a cualquier rincón del mundo. Y cuando el aire a mi alrededor se vuelve obeso e interrogante; cuando me miente con románticas melancolías; cuando me empuja a ambiciones irreflexivas, vuelvo el alma al sol de vuestras sonrisas, y dejo que la acaricie y la eleve al infinito este Aliento, vuestro aliento, que me sopla furioso pecho adentro.
Besabrazos, en sacos, desde otro lugar.
p.d: todavía no hay fotos...Esta vez me he venido sin cámara, así que esperaré a que me las pasen mis compañeros...Pronto ¿vale? Lo sé, a mí también me cuesta leer libros sin dibujitos...

1 comentario:

nekane dijo...

Álex!! me alegro de que todo vaya tan bien!! sigue escribiendo anécdotas de tu viaje, me he reído mucho! cuídate y mucho ánimo.
yo mañana cojo el avión...qué ganas ya!!
un besazo, nekane